Dos cuentos diurnos que se atraviesan por la ventana
de un cuarto adyacente al ángulo que nos asalta,
ferozmente te encuentras en las extrañas oleadas
de las luciérnagas que no se asoman ni para jugar a espadas,
tentando los dedos de los buitres que aquí se alojan sin mapas
consultan los caminos que están marcados por nada,
se ríen las espigas de la infeliz cría sin facha
con ojos oscuros en los hombros y con blancos luceros en la cara.
Ríos y mar tiemblan en la casa de las algas
marinas o arroyos que se nos van y escapan
con silencio desmesurado en el roce de una planta.
Se goza de la justa medida que en ningún lado se acata
solo son soplos y señales de verdades que son falsas
hecatombe de hiervas y estrías de tontas gafas…
libros saltan de hojas planas e irritadas,
torrentes sanguijuelas que se pierden en telas aliñadas
con delirio y sangre que espinas donan a las carnes dadas,
las heridas se convierten normales vías selladas…
No comments:
Post a Comment